sábado, 11 de septiembre de 2010

Desarrollan un hormigón con bacterias que lo autoreparan


Desarrollan un hormigón con bacterias que lo autoreparan.
Henk Jonkers (de la Universidad Tecnológica de Delft, en los Países Bajos) y sus colegas han desarrollado una variedad híbrida de hormigón con bacterias que puede autorepararse. Puede sonar novedoso, pero los cientìficos llevan años empleando bacterias en la construcción, aunque sin éxito.

En efecto, anteriormente ya se habían intentado usar bacterias productoras de minerales para endurecer la arena y para reparar las grietas del hormigón, pero cada vez que se empleaba este método aparecían dos problemas.

El primero tiene que ver con la reacción que estas bacterias realizan para sintentizar el carbonato cálcico, que da como resultado amonio, una sustancia que resulta tóxica.

El otro problema es más bien de índole práctica. Como las bacterias deben aplicarse manualmente, los trabajadores se ven forzados a acudir cada pocas semanas a revisar la obra para rellenar cualquier pequeña grieta que surja en cada bloque de hormigón, lo cual eleva los costos tremendamente.

Para solucionar estos inconvenientes, Jonker se vio obligado a buscar una cepa diferente de bacteria que pudiera vivir felizmente, durante períodos largos de tiempo, enterrada en el hormigón.

Además, la cepa bacteriana ideal tendría que resistir el alto pH del hormigón y producir en masa grandes cantidades de carbonato de calcio evitando al tiempo la contrapartida del amonio, así que los investigadores se pusieron a buscar candidatos idóneos.

Las encontraron en unos lagos de sosa en Rusia y en Egipto. Se trataba de unas bacterias extremófilas productoras de esporas, pertenecientes al género Bacillus, que son capaces de sobrevivir en entornos realmente alcalinos.

El grupo de Jonkers puso las esporas y su fuente de alimento (lactato de calcio) en el interior de pequeñas bolitas de cerámica para evitar que se activaran de forma prematura al entrar en contacto con el hormigón húmedo; lo cual podría afectar negativamente a la integridad del material.

De este modo las esporas permanecen dormidas hasta que la formación de una grieta permite que el agua penetre en el interior del hormigón. Si así sucede, el agua despierta a la bacteria y a su apetito. A medida que las bacterias engullen el lactato de calcio y el agua, comienzan a bombear calcita, la cual empieza enseguida a trabajar rellenando los huecos.

La gran ventaja de este método radica en que al estar las bacterias y el hormigón mezcladas desde el principio, los microbios pueden reparar las pequeñas grietas de forma inmediata antes de que estas tengan la oportunidad de expandirse y verse expuestas al agua.

De este modo el agua, el tradicional enemigo del hormigón (ya que si logra adentrarse en el interior de las vigas puede corroer el acero que las refuerza) se convierte en el desencadenante de la "defensa" biológica del material de construcción.

El método ha demostrado funcionar, y ahora solo falta que Jonkers y sus colegas comparen la resistencia de su hormigón híbrido con la de los compuestos que usamos de forma habitual.
Si el resultado es satisfactorio supondrá una gran noticia desde el punto de vista ecológico, ya que si las estructuras hechas de hormigón perduran más años, se reduciría la producción de cemento (una industria responsable del 7% de las emisiones mundiales de CO2).

Ah, y si os preocupa el hecho de que las paredes de las futuras casas de vuestros hijos cuenten con bacterias en su interior... ¡tranquilos! Estas criaturas no podrían sobrevivir fuera de los muros.

Por Miguel Artime.