
Los científicos del Centro Ames de Investigaciones de la NASA emplean los ojos ultrasensibles e infrarrojos del Spitzer para ahondar más en esta teoría cósmica, precisó el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de esa entidad.
Añadió que mediante simulaciones informáticas los científicos han desarrollado una estrategia que les permitirá encontrar en el espacio diamantes que miden apenas un nanómetro (la millonésima parte de un milímetro).
Aunque se necesitarían 25.000 de esos minúsculos diamantes para crear uno del tamaño de un grano de arena, las pequeñas partículas podrían proporcionar valiosas pistas sobre la evolución de las moléculas de carbono, que son la base de la vida en la Tierra, según los científicos.
En realidad, el estudio de los pequeñísimos diamantes espaciales comenzó a estudiarse en serio en la década de 1980, cuando su presencia quedó al descubierto durante el análisis de meteoritos encontrados en la superficie terrestre.
Según los astrónomos, el tres por ciento del carbono encontrado en los meteoritos contenía una forma de "nanodiamantes".
Si los meteoritos son un reflejo del contenido de polvo espacial, los cálculos muestran que apenas un gramo de polvo y gas cósmicos podría contener hasta 10.000 billones de esos nanodiamantes, según un comunicado de JPL.
De acuerdo con Charles Bauschlicher, científico del Centro Ames de Investigaciones, el problema para encontrar los diamantes era el desconocimiento sobre sus propiedades infrarrojas y electrónicas.
Para resolver ese problema, Bauschlicher y su equipo de científicos utilizó un software para simular las condiciones del medio interestelar (el espacio entre las estrellas) que estaría lleno de diamantes.
Con ese método descubrieron que los diamantes espaciales brillan bajo espectros de luz infrarroja de entre 3,4 a 3,5 micrones y entre 6 y 10 micrones.
Es allí donde entra en acción el telescopio Spitzer, cuyo espectrómetro separa la luz infrarroja y permite a los científicos analizar el contenido de cada molécula.
Los científicos también sospechan que no se habían ubicado otros diamantes en el espacio porque no sabían dónde mirar y con qué instrumentos.
Los astrónomos determinaron que el mejor lugar para encontrar esos diamantes sería muy cerca de una estrella candente.
El paso siguiente en la búsqueda de los diamantes espaciales es determinar cómo se forman en el ambiente del espacio interestelar.
Según Louis Allamandola, científico de Ames, las condiciones espaciales que los originan son diametralmente opuestas a las de la Tierra.
En nuestro planeta los diamantes se forman a partir de moléculas de carbono sometidas a enormes presiones y temperaturas.
En el espacio se encuentran en nubes moleculares frías donde las presiones y temperaturas son miles de millones de veces más bajas (alrededor de 240 grados centígrados), explicó el JPL.
"Ahora que sabemos dónde tenemos que encontrar estos nanodiamantes, telescopios infrarrojos como el Spitzer nos ayudarán a adquirir un mayor conocimiento sobre su vida en el espacio", según Allamandola.
Añadió que mediante simulaciones informáticas los científicos han desarrollado una estrategia que les permitirá encontrar en el espacio diamantes que miden apenas un nanómetro (la millonésima parte de un milímetro).
Aunque se necesitarían 25.000 de esos minúsculos diamantes para crear uno del tamaño de un grano de arena, las pequeñas partículas podrían proporcionar valiosas pistas sobre la evolución de las moléculas de carbono, que son la base de la vida en la Tierra, según los científicos.
En realidad, el estudio de los pequeñísimos diamantes espaciales comenzó a estudiarse en serio en la década de 1980, cuando su presencia quedó al descubierto durante el análisis de meteoritos encontrados en la superficie terrestre.
Según los astrónomos, el tres por ciento del carbono encontrado en los meteoritos contenía una forma de "nanodiamantes".
Si los meteoritos son un reflejo del contenido de polvo espacial, los cálculos muestran que apenas un gramo de polvo y gas cósmicos podría contener hasta 10.000 billones de esos nanodiamantes, según un comunicado de JPL.
De acuerdo con Charles Bauschlicher, científico del Centro Ames de Investigaciones, el problema para encontrar los diamantes era el desconocimiento sobre sus propiedades infrarrojas y electrónicas.
Para resolver ese problema, Bauschlicher y su equipo de científicos utilizó un software para simular las condiciones del medio interestelar (el espacio entre las estrellas) que estaría lleno de diamantes.
Con ese método descubrieron que los diamantes espaciales brillan bajo espectros de luz infrarroja de entre 3,4 a 3,5 micrones y entre 6 y 10 micrones.
Es allí donde entra en acción el telescopio Spitzer, cuyo espectrómetro separa la luz infrarroja y permite a los científicos analizar el contenido de cada molécula.
Los científicos también sospechan que no se habían ubicado otros diamantes en el espacio porque no sabían dónde mirar y con qué instrumentos.
Los astrónomos determinaron que el mejor lugar para encontrar esos diamantes sería muy cerca de una estrella candente.
El paso siguiente en la búsqueda de los diamantes espaciales es determinar cómo se forman en el ambiente del espacio interestelar.
Según Louis Allamandola, científico de Ames, las condiciones espaciales que los originan son diametralmente opuestas a las de la Tierra.
En nuestro planeta los diamantes se forman a partir de moléculas de carbono sometidas a enormes presiones y temperaturas.
En el espacio se encuentran en nubes moleculares frías donde las presiones y temperaturas son miles de millones de veces más bajas (alrededor de 240 grados centígrados), explicó el JPL.
"Ahora que sabemos dónde tenemos que encontrar estos nanodiamantes, telescopios infrarrojos como el Spitzer nos ayudarán a adquirir un mayor conocimiento sobre su vida en el espacio", según Allamandola.
Fuente: EFE
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